La
valoración que del patrimonio histórico, artístico y cultural se tiene en
nuestro país solo se puede calificar como peculiar. Mientras un grueso de la
población cree que el trabajo de arqueólogo consiste en cargar una pala a
hombros y desenterrar cosas antiguas, cual cazatesoros de finales del siglo XX
y principios del XX, surgen aquí y allá colectivos preocupados por la conservación
de bienes materiales e inmateriales que han marcado hitos de nuestra historia y
desarrollo cultural, o que intentan en este mismo momento impulsar un arte (en
el más amplio sentido del termino) acorde con el correr de los tiempos.
Corría
el año 1985 cuando España sacaba a la luz la Ley de Patrimonio Histórico
Español, en cuyo texto se declaraba que los yacimientos arqueológicos eran
bienes de dominio público:
“son bienes de dominio público todos los objetos y restos materiales
que posean los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español y sean
descubiertos como consecuencias de excavaciones, remociones de tierra y obras
de cualquier índole o por azar, entendiendo por bienes arqueológicos aquellos
susceptibles de ser estudiados con metodología arqueológica” (art.40.1)
28
años después, el borrador de la Ley de Patrimonio de la Comunidad Autónoma de
Madrid, en contra de lo que dictamina la ley estatal, declara que los bienes inmuebles
y de carácter arqueológico no serán de dominio público ¿Casualidad? No lo creo,
y es que tanto los bienes arqueológicos, como los artísticos, como las leyes y
otras clases de normas son un fiel espejo en el que leer las necesidad de la
sociedad del momento. Resulta que en los solares sobre los que se levantará
Eurovegas existen yacimientos arqueológicos de época visigoda que impedirían la
rápida y cómoda construcción de la ciudad del juego europea. El texto de la
nueva ley, que claramente intenta buscar una solución a este pequeño problema
de subsuelo, parece dejar a merced de
constructores y especuladores el futuro de los yacimientos arqueológicos,
muchos de los cuales no llegarán ni a ser conocidos y ni mucho menos
estudiados.
Mientras
tanto, en Galicia y otras Comunidades Autónomas se redactan ahora mismo los
borradores de sus respectivas de leyes de patrimonio y mirán con curiosidad a
Madrid. De que se acepte o no este borrador depederá en gran medida el futuro
de los bienes arquelógicos de este país.
Podría
extenderme mucho más sobre el tema, pero creo que lo dejaré para una segunda
parte ….
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