A la hora de estudiar la producción artística de Nolde podemos guiarnos
de forma cronológica o bien estudiar su pintura desde los temas tratados. Su
producción es amplia, intensa e interesante y la clasificación que nos ha
parecido más cómoda ha sido la temática por lo que en el siguiente apartado se
presentan las obras de carácter religioso, las dedicadas a flores y marismas,
las mascaras, los grabados xilográficos y se le dedica una parte importante del
discurso a la obra de los Umgemalde Bildung, es decir, de los cuadros no
pintados.
Fue el grupo expresionista Die Brücke, en la cual se le invitaba a
participar en el grupo tras haber conocido su obra en un exposición en Drede,
quien mejor definió la forma de trabajar del alemán: “El grupo de artistas
Die Brücke...
consideraría un honor tenerle a usted entre sus miembros... Pero... decida lo
que decida, nosotros queremos... rendir homenaje a sus tempestades de
color". Tempestades de color, el arte espiritual de Nolde se resume en dos
expresivas palabras
En la producción artística de Emil Nolde ocupan un lugar especial las
obras de carácter religioso por su
colorido y fuerza expresiva. Pertenecen a su etapa de juventud tras
su breve paso por el grupo die Brücke (el puente) y en ellas quedan patentes su
conocimiento de la pintura de Grünewald, las
mascaras negras, la influencia de otros artistas como Ensor además de dar
muestras de un profundo sentido religioso como demuestra su cuadro de
la Crucifixión, incluido
en un políptico de nueve cuadros a óleo dedicados a la vida de Cristo. Las
figuras, entre grotescas y primitivas, son la reducción de los personajes a lo esencial
de ellos mismos. Su forma de pintar, renunciando prácticamente a todo dibujo y
la forma en la que presentaba a los personajes, sin el decoro que según la
iglesia debía mostrar hicieron que su arte fuera repudiado por la misma. Esta
seríe de cuadros religiosos, iniciada tras 1909, surge, según el propio Nolde
comenta en sus memorias, tras una grabe enfermedad que lo dejó prostrado en la
cama durante un largo tiempo, allí “tranquilo y agotado, libre por algunos
momentos del dolor escuché a un vecino que decía: ¿ha muerto?. Era extraño oír
esas palabras, pues sentía que una gran época de actividad se abría ante mí”.
Uno de sus primeros cuadros es la
ultima cena, pintada precisamente tras su larga convalecencia. Su génesis
es explicada por Nolde en sus memorias, y en sus palabras, como en sus
pinceladas, queda patente su profundo sentimiento religioso además de
reflejarse en sus expresiones el desarrollo de su actividad artística. “Sin
mucha intencións, conocimiento o pensamiento, me dejé llevar por el irresistible
deseo de representar la espiritualidad profunda, la religión, el amor. Pinté y
pinté, sin saber muy bien si era de día o de noche, si yo era solo un ser
humano o un pintor”
Merece la pena detenerse en el análisis del políptico de La vida de Cristo. Como decíamos esta
formado por nueve óleos siendo el central el de mayor tamaño y el dedicado a la Crucifixión, esta
encuentra una clara referencia en el políptico de San Miguel de Isenheim de
Grünewal, como también hemos señalado, el cuerpo de cristo se alarga en ambas
obras, su color (amarillo) junto al paño de pureza (rojo) hacen que se destaque
sobre el fondo azul oscuro en el que se recortan dos crucificados más, el bueno
y el mal ladrón, de uno vemos el rostro, quizás por que es este el que se ha
arrepentido en último momento, el otro inclina su cabeza en la sombra. Manos y
pies se agrandan, mientras la corona de espinas se exagera para que los signos
del martirio queden perfectamente destacados. Cristo no ha fallecido aún, un
grupo de cuatro soldados sortea su túnica, y entre ellos destaca en vertical
una lanza, quizás la misma que minutos después atravesará el costado del
crucificado. El grupo de tres mujeres, al otro lado contribuyen a darle mayor
dramatismo a la escena, de espacio opresivo, asi mismo, en este grupo se repite
la expresiva curva dramática que en la obra de Grünewald se reserva al cuerpo
desmayado de la Virgen. En
contrate a la opresión de la
Crucifixión se encuentra la Natividad (Weinachte),
en el que la escena interior se abre a un paisaje nocturno por medio de una
ventana, María alza a su hijo de forma que su silueta de carnación clara se
recorte sobre el celaje de la noche en la que resplandecen unas cuantas
estrellas de intenso amarillo, al fondo, tres pastores se dirigen a la
estancia.
La deformación a la que Nolde somete a sus figuras llega a rozar, como se
ha señalado lo grotesco, y el mejor ejemplo lo encontramos en los óleos dedicados
a la leyenda de María Egipciaca o aquel en el que se representa el pecado
original por medio de dos figuras casi animalescas. Los cuadros sobre
bailarinas son otro bello y claro ejemplo, si bien es cierto que aquí la
deformación se debe a la necesidad de expresar, no solo el movimiento del
baile, sino la fuerza y sentimiento del mismo, hecho que se logra a través de
líneas curvas y en zig-zag.
Si Grünewald parece ser la inspiración más directa de las crucifixiones
de Nolde, otros artistas más cercanos a su época parecen también haberle
influido, es el caso de van Gogh. Indiscutible es el parecido que los
autorretratos de ambos pintores guardan
entre si, pero más singular si cabe es el delicado oleo de Nolde en el que un
barco velero navega en soledad bajo la vigilancia de un enorme disco amarillo
cuya luz aparece reflejada en las aguas, ¿Acaso no nos recuerda ligeramente a
la noche estrellada de van
Gogh? Esta influencia del holandés es sobretodo más acusada en las primeras
pinturas expresionistas, aquellas realizadas antes de 1909, es decir, antes de
formar parte Die Brücke. Ejemplo de ellas son Mujer junto a una mesa o primavera
en la habitación, ambos retratos de mujeres realizados a base de enérgicas
pinceladas y un derroche de color.
A pesar de que Nolde simpatizaba con las ideas nazis y que desde muy
pronto se afilio a dicho partido, y a pesar de que consideraba, como hemos
dicho anteriormente, que su pintura era genuinamente alemana, que su obra era
la verdadera expresión del hombre alemán, el partido Nazi le prohibió pintar en
el año 1941. Fue este un golpe duro para Nolde, por un lado lo habían
calificado como un artista degenerado cuyo arte no podía servir a los intereses
del Reich, y por otro no podía dejar de pintar, las casi 1300 acuarelas
producidas durante los años de su persecución demuestran que Nolde no podía
prescindir de la necesidad de plasmar con pigmento su realidad cotidiana. Estas
delicadas acuarelas que el mismo denomino
Ungemalde
Bildung, es decir, cuadros no pintados, son de pequeño formato, delicadas,
dedicadas a flores, marinas y autorretratos. Su pintura se ve reducida de
pronto al pequeño formato y su espacio de trabajo a una pequeña habitación, ambas
características chocan con su manera de pintar, enérgica, rápida, que necesita
de un gran espacio en el que desarrollarse y que sin embargo se adaptará al
intimismo de los materiales y el espacio en el que debe dar respuesta.
El propio Nolde nos explica en su
mermorias la génesis de estas obras: “Verstohlen hatte ich bisweilen in einem
kleinen, halbverstecken Zimmer gearbeitet [...]. es waren fast nur meine
kleinen, besonderen Einfälle, die ich auf ganz kleine Blättchen hinmalen und
festhalten konnte, meine, umgemalten bilder„
El hecho de tener que esconderse, de callar como pintor, implico que
Nolde no tuviera acceso a los materiales que necesitaba, tanto pinturas como
soportes, por ello eligió la acuarela como medio más cómodo y discreto para
continuar dando satisfacción a aquella necesidad de pintar. La escasez de
materiales a la que se vio sometido lo llevó en muchas ocasiones a pintar
encima de acuarelas ya realizadas o a utilizar tanto el anverso como el reverso
de la hoja lo que lo llevó a crear o experimentar diversos efectos dados por
las transparencias de los pigmentos al agua. Por otro lado es necesario
observar que la acuarela es mas difícil de dominar, es mucho más difícil
controlar la pincelada y la definición de las formas, así, muchas de las obras
se reducen a amplias manchas de color que conforman cielos y campos como ocurre
en Marschlandschaft mit Bauernhof .
Las flores, un tema recurrente
tanto en los oleos como en las acuarelas, aparecen reducidas a sus
características más elementales, en muchos casos el color, vibrante y fuerte.
Así, por ejemplo, en Flores rojas y amarillas, “como fruto de una furia
irreprimible las rosas se hacen más rosas, las flores amarillas más amarillas,
la hierba más verde” .
Digamos que la deformación de Nolde es un proceso de degradación voluntaria de
la imagen, como dice Argan, con
la que se llega a lo más elemental de las sensaciones, a la esencia del objeto
mismo, en este caso, el color cuya vibración hace percibir la calidez de un día
verano. En cuanto a los encuadres, resulta curioso observar que en muchas
ocasiones las escenas, sobretodo florales, parecen retratarse desde una
perspectiva fotográfica, hecho que se observa también en los óleos dedicados a
la vida berlinesa. Respecto a estos hemos de señalar que se realizaron durante
su pertenencia al grupo Die Brücke y que retratan la sociedad de la metrópoli
dejando entrever cierto aire de decadencia a semejanza de los cuadros que
Kischner realiza con la misma temática. En parte no es de extrañar que la visión
de Nolde sea negativa pues fue, como decíamos en la introducción, un hombre
tendente a la vida sosegada del campo, de todas formas, pese a que la Berlin de cabarets y
decandencia de antes de la guerra no le agradaba llegó a aceptar que esta era
en parte “estimulante”.
No podemos dejar de mentar las
marismas, bien pintadas a óleo o acuarela, los cuadros presentan dos partes,
una dedicada al cielo y otra al mar, repartidas equitativamente en la mayoría
de las ocasiones. La masa de agua se convierte en una masa de color, agitada o
serena, que se expande bajo el cielo en el que la luz del sol da forma a nubes
y otras masas de color de tonos cálidos. Así en cuadros como Erbsmeer la vivacidad de
las olas del mar parece contagiar a las nubes amarillentas del cielo, a su vez
hecho el amarillo cae sobre la cresta de las olas en pequeños toques, casi
mínimos, mientras tanto el cielo se muestra de un azul tan oscuro como el
revuelto mar. No obstante mar y cielo permanecen separados y claramente
delimitados, es en su Erbsemeer VII (
también en el IX) donde vemos como ambas
masas se confunden casi totalmente. En todos los cuadros de este tipo la
pincelada es rápida, como si se pretendiese captar un instante y junto con la
luz que le es propia pero además de plasmarse esta el pincel deja la huella del
espíritu del artista, nos transmite la agresividad del mar o la quietud del
mismo, y permite adivinar que ese paisaje será distinto al instante siguiente.
En cuanto a los grabados, cabe
decir que son todos xilografías ( Holzschnitte), puede que en parte sea debido
a su familiaridad con este material (recuérdese que su formación había
comenzado en un taller de muebles), por otro lado Nolde considera que “Holz ist
ein wunderbares Material” ( la madera es un loable material). No obstante hemos
de recordad la influencia del arte negro en su obra así como del primitivismo y
que el grabado xilográfico es el medio que mejor permite alcanzar dichos
preceptos. Entre los mejores grabados se
encuentran das Propheten y der Kerzentänzerinen .
Ambos reflejan las caracteristicas de la inmensa mayoría de la obra de Nolde,
pero estaba vez no es el color lo que va en detrimento del dibujo si no la
expresividad propia de la línea y la dualidad negro –blanco.