miércoles, 19 de junio de 2013

Nolde III

A la hora de estudiar la producción artística de Nolde podemos guiarnos de forma cronológica o bien estudiar su pintura desde los temas tratados. Su producción es amplia, intensa e interesante y la clasificación que nos ha parecido más cómoda ha sido la temática por lo que en el siguiente apartado se presentan las obras de carácter religioso, las dedicadas a flores y marismas, las mascaras, los grabados xilográficos y se le dedica una parte importante del discurso a la obra de los Umgemalde Bildung, es decir, de los cuadros no pintados.
Fue el grupo expresionista Die Brücke, en la cual se le invitaba a participar en el grupo tras haber conocido su obra en un exposición en Drede, quien mejor definió la forma de trabajar del alemán:  “El grupo de artistas Die Brücke... consideraría un honor tenerle a usted entre sus miembros... Pero... decida lo que decida, nosotros queremos... rendir homenaje a sus tempestades de color". Tempestades de color, el arte espiritual de Nolde se resume en dos expresivas palabras
En la producción artística de Emil Nolde ocupan un lugar especial las obras de carácter religioso por su colorido y fuerza expresiva. Pertenecen a su etapa de juventud tras su breve paso por el grupo die Brücke (el puente) y en ellas quedan patentes su conocimiento de la pintura de Grünewald, las mascaras negras, la influencia de otros artistas como Ensor además de dar muestras de un profundo sentido religioso como demuestra su cuadro de la Crucifixión, incluido en un políptico de nueve cuadros a óleo dedicados a la vida de Cristo. Las figuras, entre grotescas y primitivas, son la reducción de los personajes a lo esencial de ellos mismos. Su forma de pintar, renunciando prácticamente a todo dibujo y la forma en la que presentaba a los personajes, sin el decoro que según la iglesia debía mostrar hicieron que su arte fuera repudiado por la misma. Esta seríe de cuadros religiosos, iniciada tras 1909, surge, según el propio Nolde comenta en sus memorias, tras una grabe enfermedad que lo dejó prostrado en la cama durante un largo tiempo, allí “tranquilo y agotado, libre por algunos momentos del dolor escuché a un vecino que decía: ¿ha muerto?. Era extraño oír esas palabras, pues sentía que una gran época de actividad se abría ante mí”.[3]
Uno de sus primeros cuadros es la ultima cena, pintada precisamente tras su larga convalecencia. Su génesis es explicada por Nolde en sus memorias, y en sus palabras, como en sus pinceladas, queda patente su profundo sentimiento religioso además de reflejarse en sus expresiones el desarrollo de su actividad artística. “Sin mucha intencións, conocimiento o pensamiento, me dejé llevar por el irresistible deseo de representar la espiritualidad profunda, la religión, el amor. Pinté y pinté, sin saber muy bien si era de día o de noche, si yo era solo un ser humano o un pintor”
Merece la pena detenerse en el análisis del políptico de La vida de Cristo. Como decíamos esta formado por nueve óleos siendo el central el de mayor tamaño y el dedicado a la Crucifixión, esta encuentra una clara referencia en el políptico de San Miguel de Isenheim de Grünewal, como también hemos señalado, el cuerpo de cristo se alarga en ambas obras, su color (amarillo) junto al paño de pureza (rojo) hacen que se destaque sobre el fondo azul oscuro en el que se recortan dos crucificados más, el bueno y el mal ladrón, de uno vemos el rostro, quizás por que es este el que se ha arrepentido en último momento, el otro inclina su cabeza en la sombra. Manos y pies se agrandan, mientras la corona de espinas se exagera para que los signos del martirio queden perfectamente destacados. Cristo no ha fallecido aún, un grupo de cuatro soldados sortea su túnica, y entre ellos destaca en vertical una lanza, quizás la misma que minutos después atravesará el costado del crucificado. El grupo de tres mujeres, al otro lado contribuyen a darle mayor dramatismo a la escena, de espacio opresivo, asi mismo, en este grupo se repite la expresiva curva dramática que en la obra de Grünewald se reserva al cuerpo desmayado de la Virgen. En contrate a la opresión de la Crucifixión se encuentra la Natividad (Weinachte), en el que la escena interior se abre a un paisaje nocturno por medio de una ventana, María alza a su hijo de forma que su silueta de carnación clara se recorte sobre el celaje de la noche en la que resplandecen unas cuantas estrellas de intenso amarillo, al fondo, tres pastores se dirigen a la estancia.
La deformación a la que Nolde somete a sus figuras llega a rozar, como se ha señalado lo grotesco, y el mejor ejemplo lo encontramos en los óleos dedicados a la leyenda de María Egipciaca o aquel en el que se representa el pecado original por medio de dos figuras casi animalescas. Los cuadros sobre bailarinas son otro bello y claro ejemplo, si bien es cierto que aquí la deformación se debe a la necesidad de expresar, no solo el movimiento del baile, sino la fuerza y sentimiento del mismo, hecho que se logra a través de líneas curvas y en zig-zag.

Si Grünewald parece ser la inspiración más directa de las crucifixiones de Nolde, otros artistas más cercanos a su época parecen también haberle influido, es el caso de van Gogh. Indiscutible es el parecido que los autorretratos de ambos pintores guardan entre si, pero más singular si cabe es el delicado oleo de Nolde en el que un barco velero navega en soledad bajo la vigilancia de un enorme disco amarillo cuya luz aparece reflejada en las aguas, ¿Acaso no nos recuerda ligeramente a la noche estrellada de van Gogh? Esta influencia del holandés es sobretodo más acusada en las primeras pinturas expresionistas, aquellas realizadas antes de 1909, es decir, antes de formar parte Die Brücke. Ejemplo de ellas son Mujer junto a una mesa o primavera en la habitación, ambos retratos de mujeres realizados a base de enérgicas pinceladas y un derroche de color.
A pesar de que Nolde simpatizaba con las ideas nazis y que desde muy pronto se afilio a dicho partido, y a pesar de que consideraba, como hemos dicho anteriormente, que su pintura era genuinamente alemana, que su obra era la verdadera expresión del hombre alemán, el partido Nazi le prohibió pintar en el año 1941. Fue este un golpe duro para Nolde, por un lado lo habían calificado como un artista degenerado cuyo arte no podía servir a los intereses del Reich, y por otro no podía dejar de pintar, las casi 1300 acuarelas producidas durante los años de su persecución demuestran que Nolde no podía prescindir de la necesidad de plasmar con pigmento su realidad cotidiana. Estas delicadas acuarelas que el mismo denomino Ungemalde Bildung, es decir, cuadros no pintados, son de pequeño formato, delicadas, dedicadas a flores, marinas y autorretratos. Su pintura se ve reducida de pronto al pequeño formato y su espacio de trabajo a una pequeña habitación, ambas características chocan con su manera de pintar, enérgica, rápida, que necesita de un gran espacio en el que desarrollarse y que sin embargo se adaptará al intimismo de los materiales y el espacio en el que debe dar respuesta. El propio Nolde nos explica en su mermorias la génesis de estas obras: “Verstohlen hatte ich bisweilen in einem kleinen, halbverstecken Zimmer gearbeitet [...]. es waren fast nur meine kleinen, besonderen Einfälle, die ich auf ganz kleine Blättchen hinmalen und festhalten konnte, meine, umgemalten bilder„[6]
El hecho de tener que esconderse, de callar como pintor, implico que Nolde no tuviera acceso a los materiales que necesitaba, tanto pinturas como soportes, por ello eligió la acuarela como medio más cómodo y discreto para continuar dando satisfacción a aquella necesidad de pintar. La escasez de materiales a la que se vio sometido lo llevó en muchas ocasiones a pintar encima de acuarelas ya realizadas o a utilizar tanto el anverso como el reverso de la hoja lo que lo llevó a crear o experimentar diversos efectos dados por las transparencias de los pigmentos al agua. Por otro lado es necesario observar que la acuarela es mas difícil de dominar, es mucho más difícil controlar la pincelada y la definición de las formas, así, muchas de las obras se reducen a amplias manchas de color que conforman cielos y campos como ocurre en Marschlandschaft mit Bauernhof .  
Las flores, un tema recurrente tanto en los oleos como en las acuarelas, aparecen reducidas a sus características más elementales, en muchos casos el color, vibrante y fuerte. Así, por ejemplo, en Flores rojas y amarillas, “como fruto de una furia irreprimible las rosas se hacen más rosas, las flores amarillas más amarillas, la hierba más verde” . Digamos que la deformación de Nolde es un proceso de degradación voluntaria de la imagen, como dice Argan, con la que se llega a lo más elemental de las sensaciones, a la esencia del objeto mismo, en este caso, el color cuya vibración hace percibir la calidez de un día verano. En cuanto a los encuadres, resulta curioso observar que en muchas ocasiones las escenas, sobretodo florales, parecen retratarse desde una perspectiva fotográfica, hecho que se observa también en los óleos dedicados a la vida berlinesa. Respecto a estos hemos de señalar que se realizaron durante su pertenencia al grupo Die Brücke y que retratan la sociedad de la metrópoli dejando entrever cierto aire de decadencia a semejanza de los cuadros que Kischner realiza con la misma temática. En parte no es de extrañar que la visión de Nolde sea negativa pues fue, como decíamos en la introducción, un hombre tendente a la vida sosegada del campo, de todas formas, pese a que la Berlin de cabarets y decandencia de antes de la guerra no le agradaba llegó a aceptar que esta era en parte “estimulante”.
No podemos dejar de mentar las marismas, bien pintadas a óleo o acuarela, los cuadros presentan dos partes, una dedicada al cielo y otra al mar, repartidas equitativamente en la mayoría de las ocasiones. La masa de agua se convierte en una masa de color, agitada o serena, que se expande bajo el cielo en el que la luz del sol da forma a nubes y otras masas de color de tonos cálidos. Así en cuadros como Erbsmeer la vivacidad de las olas del mar parece contagiar a las nubes amarillentas del cielo, a su vez hecho el amarillo cae sobre la cresta de las olas en pequeños toques, casi mínimos, mientras tanto el cielo se muestra de un azul tan oscuro como el revuelto mar. No obstante mar y cielo permanecen separados y claramente delimitados, es en su Erbsemeer VII ( también en el IX) donde  vemos como ambas masas se confunden casi totalmente. En todos los cuadros de este tipo la pincelada es rápida, como si se pretendiese captar un instante y junto con la luz que le es propia pero además de plasmarse esta el pincel deja la huella del espíritu del artista, nos transmite la agresividad del mar o la quietud del mismo, y permite adivinar que ese paisaje será distinto al instante siguiente.

En cuanto a los grabados, cabe decir que son todos xilografías ( Holzschnitte), puede que en parte sea debido a su familiaridad con este material (recuérdese que su formación había comenzado en un taller de muebles), por otro lado Nolde considera que “Holz ist ein wunderbares Material” ( la madera es un loable material). No obstante hemos de recordad la influencia del arte negro en su obra así como del primitivismo y que el grabado xilográfico es el medio que mejor permite alcanzar dichos preceptos.  Entre los mejores grabados se encuentran das Propheten y der Kerzentänzerinen . Ambos reflejan las caracteristicas de la inmensa mayoría de la obra de Nolde, pero estaba vez no es el color lo que va en detrimento del dibujo si no la expresividad propia de la línea y la dualidad negro –blanco.




[3] Jahre die Kampfe. Volumen II de la autobriografía de Emil Nolde, 1902 – 1914 ( Berlin) pp 102 – 108. En B. CHIPP Herschel. Teorías del arte contemporáneo, fuentes artísticas y opiniones críticas.
[6] He trabajado con discreción en una habitación pequeña y semiescondida. Solo estaban mis ideas, pequeñas y especiales, que he pintado en hojas muy pequeñas, mis cuadros no pintados.  http://www.nolde-stiftung.de/

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